El dentista, ese ser que pasa desapercibido entre la estepa
salvaje, pero que en su hábitat natural, La Consulta, se trasfigura e un ser
insaciable de dolor ajeno. El chupacabras, ser temido por su naturaleza
indómita, es un teletubbie comparado con la maldad que oculta entre sus manos
engomadas, nuestro protagonista.
En la fresca mañana otoñal, lejos ya los cálidos días de
verano, lejos de la época donde sus presas emigran en un proceso anual que
llamaremos vacaciones. El dentista monta guardia en su lúgubre trono de piel de
becerro macho, expectantes ante las primeras llamadas a su consulta, esperando
pacientemente.
Tras la llegada a la
altiva y rocosa consulta de su principal víctima, el paciente con caries, el
carnívoro, el gran matador, se torna amable y servicial ofreciendo a su víctima
un lugar cómodo donde poder hacer realidad las más salvajes atrocidades que
puedan imaginar sus enfermas mentes.
Es esta una lucha que lo siglos han visto mil veces, una
lucha eterna. El paciente, presa temerosa y escurridiza y el dentista, cazador incansable con un único y enorme
deseo de consumir el miedo y el dolor que el desconfiado paciente en su butacón
pueda ofrecerle como festín. Receloso este, de cada nuevo movimiento de su
verdugo, se encuentra en tal estado de excitación, que la adrenalina generada
es suficiente para levantar un tráiler
cargado de gorrinos silvestres. Es en este momento cuando la madre naturaleza
otorga la ventaja a su más sanguinario asesino. La anestesia, esta es por definición
un sistema avanzado de protección.
En su zigzagueante acercamiento a la boca de nuestra
confiada víctima, el dentista con melosa voz y mascullando graznidos en un
idioma propio, que difícilmente encontraríamos agradable los neófitos de la
jerga médica, práctica sin más dilación, una estocada digna del mas afamado matavacas que puedan imaginar,
introduciéndole a su víctima un líquido proveniente de dormideras del jardín
del duque de feria. Su efecto es inmediato, dejando a la voluntad del ser, el
cuerpo inerte del paciente.
Debido
al sanguinario espectáculo que ofrecen en su quehacer, les dejo los detalles
macabros de tan abominable festín a sus mentes las cuales podrán con todo lujo
de detalles sádicos imaginar.
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